Datos del personaje

Trata de una pequeña niña de unos 10 años. Todo comienza con la muerte de su abuelo, el viaje de negocios de sus padres y la misteriosa casa de su abuela.
El primer capítulo trata desde los 10 años hasta los 15 de esta chica.
Imagen física de la chica, cabello color chocolate y ojos color caramelo, piel blanca como la luna, con una dulce y perenne sonrisa.
Es una chica que pasa de una monótona vida a una vida que en ocasiones, enloquece, enamora o incluso asusta. En fin, como la mayoría de las historias, pero esta es diferente, ¿por qué? Por que esta va a ser mi primera historia.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Continuación del tercer capítulo, llámalo capítulo extra.

La comida comenzó como si de una comida familiar se tratara, todos hablaban como si se conocieran de toda la vida. Menos yo, me sentía fuera de lugar, no sabía que decir, con quien hablar o a quien mirar. Incluso recordé momentos del pasado, de párvulos, donde día tras día no hablaba con nadie y nadie hablaba conmigo, únicamente tenía como compañera una muñeca con la que jugaba en los recreos y la cual, en más de una ocasión, mis compañeros escondieron para hacerme rabiar.
Cuando me percaté de que ese tal Rafa no dejaba de mirarme, seguro pensaba que era una chica rara, si paras a pensarlo tenía razón. Nadie querría hablar con una chica que no sale de su casa, que ha quedado huérfana no hace tanto y ante lo desconocido pone rechazo.
Cuando tuve la menor oportunidad escapé de esa situación y me encerré en el desván. Me sentía estúpida, la vida me estaba dando otra oportunidad para relacionarme y yo la estaba rechazando. Pero ¿y si es como los niños de mi infancia? ¿y si me hace daño? No quiero que me hagan más veces daño, estoy cansada de llorar, aunque también estoy cansada de la soledad... Ahora no podría bajar, me tratarían de tonta. Si mis padres estuvieran allí... ¿qué estoy pensando? He pasado muchos años sin ellos, tendría que saber como desenvolverme yo solita en esas situaciones sin tener que recurrir a esconderme tras la falda de mamá y la fuerza de papá. Estaba volviendo atrás, como si estos años no hubieran sido vividos, como si mientras el mundo seguía el transcurso del tiempo yo me quedara estancada, en un pasado que no volverá. Comencé a sentirme más sola que nunca, más inútil, más indefensa... Hasta que llamaron a la puerta, no sabía que hacer, estaba molestando en mi intento de no hacerlo, me sentía culpable de haber nacido, una culpabilidad que no había sentido antes.
Como pasaba el tiempo y yo no daba señales de vida mi abuela decidió entrar.
-Hola Clara, ¿estás bien?.-Empezó a decir en una voz algo arrepentida.
-Sí, claro, perdona por preocuparte.-Contesté con falsa normalidad.
-Sé que estos son cambios muy bruscos para ti pero bueno, ya sabes, los miedos hay que enfrentarlos.
-Lo sé y de verdad, no pasa nada abuela, ve con los chicos, yo estoy bien.-Mentí con una esperanza de que no me dejara sola.
-Clara, cielo, dime que pasa.
-Son tonterías mías.- Conseguí decir al precio de comenzar a llorar. Era un momento en el que confías en que podrás creer tu propia mentira y la tristeza por ti se une con la rabia y acabas llorando, deseando estar sola para dejar de preocupar a los demás, para dejar de sentir que eres un trasto bueno para nada que solo estorba.
Mi abuela me abrazó, noté como su cuerpo se relajaba después de haber estado demasiado tiempo en tensión.
-Clarita, desahogarse es bueno. Muchos años hemos estado las dos solas y nunca me has contado tus pensamientos, lo que te va ocurriendo... Llevo esperando este momento años, te estabas alejando de mí y tenía miedo de que tarde o temprano lo hicieras definitivamente.
¿Tenía miedo? Se me hace nuevo saber que tenía miedo, mi abuela siempre ha sabido llevar las cosas y nunca ha mostrado debilidad. Hasta ahora no me he dado cuenta de que nos estábamos alejando, tenía razón, la soledad que me asustaba la estaba buscando yo sola... ¿Pero por qué hoy? Quizás era una bomba que debía explotar, no me había dado cuenta porque al fin y al cabo eramos dos, nos teníamos únicamente la una a la otra... Eramos... Quizás no era tan malo lo novedoso, dejaríamos de ser una cutre novela dramática donde nos vamos escondiendo las lágrimas, quizás todo lo que pasa, pasa por algo.
Esto último me hizo recordar los extraños sucesos que últimamente estaban sucediendo pero no quise decir nada, mi abuela y yo estábamos más unidas que nunca.

domingo, 10 de febrero de 2013

Vigésimo primer capítulo.Mi historia con 16 años.

Por fin volvímos a casa, los primeros días, los pasé con Nico, era genial. Además, parece que Rafa y Ana son más amigos que nunca, bueno... "amigos" creo que son lo que va antes de ser pareja. Me alegro que se arreglara todo, Nico me explicó que ni él quería a Ana, ni ella a él, sólo se ayudaban mutuamente ya que ella quiere a Rafa y bueno, Nico a mí. Querían ponernos celosos.
Eran las una de la tarde, estábamos entrando por la puerta de la casa cuando un fuerte dolor en el pecho hizo que me desmayara. Desperté en mi cuarto, a solas con Nico y Mimi, ellos me miraban preocupados.
-¿Qué ha ocurrido?.- Dije algo aturdida.
-Tenemos que contártelo todo sin más rodeos.- Contestó Mimi mientras Nico se levantaba y me daba la espalda.-¿Te acuerdas esa vez, en el hospital que te explicamos lo que ocurría?.
-Dijisteis que fue un sueño.
-Mentimos. Para bien o para mal, creas o no lo creas...somos... tus ángeles de la guarda.
-¡¿Qué?!No... parad de tomarme el pelo.
-¿Crees que si te tomáramos el pelo estarías así?.- Continuó diciendo Nico con una voz quebrada.
-Clara, hemos tomado una decisión, no podemos seguir jugando así con tu salud, el hecho de que Nico bajara del cielo solo para cuidarte está repercutiendo gravemente en ti.- Interrumpió Mimi.
-¿Y qué pasará después?.
-Te borrarás de la mente de Nico, y volverás al día en la que perdiste a tus padres. Será como si nunca lo hubieras conocido, él será un chico normal y no te pasarán todas las cosas extrañas que te han ido ocurriendo
Miriam terminó la frase y todo a mi alrededor se nubló hasta el punto en el que sólo vi claridad. Una pura blancura me envolvía, segundos después, estaba en mi cama, como si no hubiera ocurrido nada. Salí de la habitación gritando el nombre de Nico. No podía salir así de mi vida sin dejar que yo diga nada. Pronto encontré a mi abuela.
-¿Qué te ocurre?¿Quién es Nico?.
-¡Abuela! no puedes olvidar a Nico.
Fui a la habitación de Nico allí sólo estaba la plancha.
-¡Abuela! ¿dónde fueron todos?.
-Todavía no han venido.
-¿Dónde están?.
-Pues estarán en su casa, hasta la noche no vienen. Además, María hoy tenía cole.
-Pero,¿qué tiene que ver aquí María?.
-¿No preguntabas por tus tíos?.
-¡No! quiero saber donde están Nico, Mimi, Rafa, Cristian, Ana...
-Esos quiénes son, ¿tienes amigos imaginarios?¿a tu edad?.
Por un momento paré de hacer preguntas, ahora mi mente sólo se centraba en una.
-Abuela, ¿qué día es hoy?.
-Hoy es tu cumple cariño, por fin cumples dieciséis. Si quieres puedes invitar a esos amiguitos tuyos.
Ojalá pudiera, qué podría hacer yo ahora.
En ese momento llamaron a la puerta, yo quedé inmóvil así que mi abuela fue a abrir,allí se encontraba la pequeña María. Había convencido a sus padres de llegar antes, mientras mis tíos entraban ella me llevó a la cocina.
-Clara, no tienes tiempo que perder, tienes sólo este día para buscarlos a todos, y hacer algo para que ellos te reconozcan, sino lo haces, Nico desaparecerá.
-María¿cómo sabes eso?.
-Cállate y hazme caso.
No dudé más de sus palabras y fui a vestirme.
Comencé la aventura con un "Abuela, voy a salir a comprar unas cosas para la fiesta." Ya estaba en la calle, y mis pasos me llevaron a la estación de autobuses, al parecer, el último autobús al pueblo de Cristian estaba apunto de salir. Tras este golpe de suerte intenté recordar todas las conversaciones que había tenido con mi profesor sobre su casa y mediante detalles la conseguí encontrar. Llamé, él me abrió un poco confuso por la visita inesperada.
-Hola Cristian, tienes que ayudarme.
-Clara, si tienes alguna duda, pregúntame mañana, no hace falta que vengas hasta aquí. Además, ¿cómo has llegado?.
-Eso no importa, tenemos que encontrar al amor de tu vida.
-¿Perdona? Por ahora estoy bien así.
-Pues menudo chasco se va a llevar Mimi.-Susurré.
-¿Mimi?... me suena mucho... ¿Quién es Mimi?.
-Por favor profesor, venga conmigo, necesito su ayuda.
-Pero Clara, no tengo coche y el último autobús ya habrá pasado, aunque tengo un amigo que tal vez...
Al momento volvíamos a mi pueblo en el coche de un amigo de Cristian, estoy orgullosa de él y su simpatía. Primero paramos en la casa de Rafa, sólo nos dejaron entrar diciendo que Cristian sería su nuevo profesor. Al llegar al cuarto de Rafa, este estaba preparado.
-¿Rafa?.
-Clara, un amor no se olvida tan fácilmente como crees, sé que no es correspondido, pero haré todo lo que pueda para que seas feliz.
A mí sólo se me ocurrió sonreír.
Le expliqué lo que había pasado evitando los detalles más anormales, Cristian a pesar de haberse metido en ese lío confiando ciegamente en mí parecía que poco a poco iva recordando. Cada vez teníamos menos tiempo, ya eran las cuatro y media y aún teníamos que buscar a Mimi, Ana y a Nico.
Llegamos a casa de Mimi y Nico, no había nadie en casa. Entre nervios decidimos volver a casa de Rafa, allí topamos con un golpe de suerte, Ana llamó a la casa. Le contó a Rafa que estaba de visita a Londres, que como tenía el avión privado de su padre iría a visitarlo esa misma noche. Yo cogí el teléfono, se me hacía extraño, hablar con ella como si no la conociera, ya sabía que era mi prima.
-Hola Ana, tengo muchas ganas de conocerte, soy una amiga de Rafa, él habla mucho de ti.
-¿Sí? Se me hace raro, Rafa es muy tímido.
-Necesito que me hagas un favor.
-Y cientos, si eres amiga de Rafa, pide lo que quieras.
***
De nuevo fuimos a casa de Nico, aún no había nadie, ya eran las ocho de la noche, mi abuela me reñiría.
-Chicos, me tengo que ir...
- Te acompaño.-Dijo Rafa.
-Pero Cristian, se quedará solo.
-Sé cuidarme yo solo, esperaré en la puerta hasta que regresen, al fin he recordado a Miriam.-Interrumpió Cristian.
-De acuerdo, cuando lleguen me llamas, ¿vale?.
Él aceptó con la cabeza y dejó que nos fuéramos. Al llegar a casa estaba mi abuela llorando como nunca, de la alegría, claro está. Estaban todos mis tios, María, Ana... Y mis padres. Abracé a mis padres con todas mis fuerzas y le agradecí a mi tío que los recogiera. Ya en la casa todo estaba bien, mis padres seguían vivos, mi tío desaparecido había vuelto...
Ya eran las once cuando llamó Cristian y sin pensarlo dos veces fuimos Ana, Rafa y yo. Al llegar allí no supe como reaccionar, Mimi sí recordaba todo y le dio mucha alegría que hubiera luchado durante todo el día para no perder a mis amigos. Pero Nico al vernos sólo dijo.
-Hermana, tu novio se junta con chicos de mi edad, a ver si madura ¿no?.
Me lancé sobre él y lo cogí de la chaqueta, poniéndome frente a él lo miré a los ojos, no se me ocurrió nada clave para que se acordara de mí. Él me cogió de la muñeca e intentó apartarme pero yo decidí besarle  por impulso.
Fue como nuestro primer beso, fuerte, pero suave, inesperado, pero añorado. Pronto noté como me respondía y al separar nuestros labios dijo con una gran sonrisa.
-Clara, por fin eres mía.
***
Hoy en día, Nico y yo estamos prometidos, Rafa y Ana están de Luna de Miel en Hawaii. Mimi y Cristian tienen una niña de dos años llamada Estefanía. Mis padres son los que tienen ahora la casa de mi abuela, ella sigue viviendo con ellos y tienen pensado que nos vengamos a vivir aquí Nico y yo después de casarnos. Llamadme loca, al fin y al cabo pensé que lo estaba durante un tiempo y mis amigos también me lo dijeron cuando les dije que escribiría todo lo ocurrido en esos meses en un blog.

lunes, 4 de febrero de 2013

Veinteavo capítulo. Nunca me sentí tan sola.

A la mañana siguiente no hizo falta que nadie me levantara, yo desperté lo suficiente energética como para despertarlos a todos. Cogimos el bus pero antes llamamos a mi abuela que se encontraba algo preocupada ya que no me había visto el día anterior. Yo no quise decirle nada de lo que había ocurrido, se preocuparía más aún.
Llegamos al pueblo, Nico y Ana se encargaron de llevarnos a la casa, pero allí encontramos una sorpresa... bueno, dos.
Cristian tiene dos sobrinas gemelas, Claudia y Verónica, digamos que a ellas les agradó mucho Rafa. No se despegaban de él... La verdad, no me importó mucho, más me importaban las tardes enteras que pasaban a solas Ana y Nico. No podía creer que un día me diga que me quiere, y al otro se marche con quien creía mi mejor amiga, además de ser mi prima.
Uno de los últimos días antes de volver fuimos a la playa todos menos mi abuela que se quedó en casa con la excusa de que "nosotros tenemos que disfrutar, que somos jóvenes." Personalmente eso no lo veo como un impedimento para que ella viniera a la playa con nosotros, sobre todo ese día que tanto la necesitaba... Cristian estaba con Mimi, Rafa con las gemelas y Nico... Nico con "su" Ana.
Estaba sentada en la arena, viendo como los niños del lugar disfrutaban del agua, notando la fina y caliente arena de la playa, y la fría agua rozando los dedos de mis pies. Alguien me soltó una gorra sobre la cabeza y con la esperanza de que fuera Nico me giré sonriente aunque me llevé la desilusión de que era Vero. Ella se sentó al lado mía y comenzó a hablar conmigo.
-Tienes que protegerte del sol o te quemarás.
-Tampoco importa.- Dije con una apagada voz.
-¡Claro que importa! ¿Crees que a Nico le gustan las chicas color gamba?.
¿Cómo podía saber ella que pensaba en Nico?. Cuando dijo aquello me miró sonriente, con una sonrisa sincera aunque a la vez algo traviesa, yo en cambio notaba como mis mejillas se enrojecían.
-Clara, tienes que disimular mejor que te gusta un chico. Y no te preocupes, a él no le gusta ella.
-¡¿Cómo lo sabes?!.- Dije animada y algo avergonzada por que ella supiera tal cosa.
-Él no le presta mucha atención a ella y sólo se fija en ti con cara de preocupación, además él me mandó hasta aquí con esa gorra para ti.- Dijo con total tranquilidad.
-Y a ti... ¿Te gusta Rafa?.
Ella me miró con cara sorprendida y posteriormente comenzó a reír.
-¿Rafa? Pero si tengo novio.-Dijo con una leve sonrisa.
-Y ¿dónde está?.
-Es músico, está de gira, volverá a finales de Agosto.
-Lo quieres mucho, se te nota en la cara.-Me sentía orgullosa de mí misma por poder mantener una conversación con una desconocida y no morir en el intento.
-¿Ves? el amor no se puede esconder.
Me guiñó un ojo y se levantó.
Es una chica extraña, me ha encantado hablar con ella.
Vimos el atardecer en la playa, todos con sus respectivas parejas, bueno, yo con mis quemaduras en los hombros por no echarme crema. Al intentar levantarme no podía estaba completamente quemada, Nico, entre risas me cogió en brazos hasta la casa. Yo ni lo miré estaba algo enfadada, celosa más bien, aunque nunca lo reconoceré si no es ante mi abogado.
Cuando llegamos mi abuela comenzó a reír por mi gran parecido a una langosta y me mandó a ducharme con agua muy fría. Cuando salí de la ducha notaba que sobre mí podría freír perfectamente toda la cena. Al salir al pasillo camino a mi habitación noté en mi espalda que Vero posó un dedo diciendo un "te lo dije" ese dedo lo noté como si apagara un cigarrillo en dicho lugar. Ella sólo se fue riendo.
Al llegar a mi cuarto me puse el pijama como pude, tenía toda la piel destrozada, y cualquier roce hacía que viera las estrellas y el firmamento entero.
Me tiré sobre la cama al principio fue como un latigazo que recorría mi cuerpo pero después noté las frescas y suaves sábanas rodeando mi piel con un olor a flores, a jazmines...
Un frescor recorría mi ardiente frente, alguien me acariciaba la cara con crema hidratante bien recibida por mi parte.
-Perdón por no haber hablado contigo a lo largo del día, no sabía de qué hablar...
Abrí los ojos, era Nico, tan atento, como siempre.
-Sigues con la manía de entrar a mi cuarto sin avisar.
-Nunca cambiaré, ni cuando sea el nuestro.

sábado, 29 de diciembre de 2012

Décimo noveno capítulo.Día en la mansión.

Hace tres días que volví del hospital, en el momento en el que Nico me iba a explicar todo claramente, entró el médico y les pidió que salieran de la habitación. Me dormí, y al despertar, cuando quise pedirle explicaciones me dijo que todo había sido un sueño. No le quiero dar más importancia, tengo un extraño miedo a lo que me pueda decir.
***
Cristian nos contó que su familia tenía una casita en la playa, me vendría bien después de este pequeño susto, así que decidimos ir todos, pero antes iría con Rafa a tomar un desayuno y a hablar. Eran sólo las siete cuando alguien llamó a mi puerta y asomaron unos ojos marrones escondidos en un hermoso cabello dorado, era Rafa, tan madrugador como siempre. Me dijo que me esperaría en la sala. Sobre las siete y media, bajé y nos fuimos a desayunar a la cafetería que se encontraba a sólo dos manzanas. Hasta las ocho y media teníamos tiempo, hablamos de todo un poco, de la familia, los amigos... De tanto hablar, llegamos tarde, media hora exactamente. En casa no se encontraba nadie, ya que llamamos y llamamos, y nadie nos abrió. No teníamos llave, así que decidimos ir a casa de Rafa. Llegamos a una gran mansión algo alejada del pueblo, nos abrió la puerta un mayordomo, un tal Jorge. La casa era preciosa, gradísima, y con grandes jardines. Había muchos perros, gatos, ardillas... Así que no tardé en llenarme completamente de barro, a Rafa le gustaban mucho los animales y se manchó lo mismo o más que yo, esa faceta de él, me encantó. Serían las doce de la tarde cuando una doncella nos sacó refrescos al jardín y algunos bocadillos. Después de comer aquello, el césped invitaba a tumbarse encima, así que como era de esperar, me dormí.
Cuando desperté el sol me daba en la cara fuertemente, Jorge, el mayordomo, venía con un bañador y una toalla en mano. Le pregunté la hora, eran las cuatro de la tarde, y no le había dicho nada a mi abuela. Fui corriendo al interior de la casa, allí estaba Rafa, viendo la tele mientras comía un delicioso helado de chocolate.
-¡Rafa! ¡¿Por qué no me despertaste?!.
-Es que estabas tan bonita durmiendo, tan tranquila...
-¿Y cuándo llamo yo a mi abuela?.-Le interrumpí.
-Ya llamó ella y le expliqué la situación, mañana hay un autobús que va al pueblo donde está la casa de Cristian, lo cogeremos.
-De acuerdo...
-¿Helado?.
-No, estoy enfadada, tenías que haberme llamado.-Pero pronto terminaría mi enfado, ya que me delataron mis tripas.
-¿No dijiste que no querías?.-Dijo Rafa con una sonrisa traviesa.
-Cállate...-Susurré mientras le quitaba el bol de helado.
Minutos después entró Jorge a decirnos que todo estaba preparado, al parecer, Rafa le pidió que nos preparara la piscina.
Me preguntaba donde estaba la piscina, no la había visto, pero Rafa me cogió de la mano y me llevó hasta la mesa colocada en medio del gran jardín. Me explicó que la piscina estaba debajo de la casa, se llega a ella gracias a unas escaleras escondidas tras unas grandes puertas colocadas en el suelo. Después de coger los bañadores, comenzamos a bajar las escaleras, eran de pura piedra al igual que las paredes y el techo. Tenía algo de miedo, era el decorado perfecto para una película de terror, pero pronto todo se iluminó dejando ver una gran piscina cristalina. A su alrededor sólo había dos pequeñas casitas de madera, eran los baños donde posteriormente fuimos a cambiarnos.
En la piscina jugamos mucho tiempo, al fin y al cabo seguíamos siendo niños grandes. Cuando subimos para merendar, llamaron a la puerta. Rafa fue a abrir y se encontró con Nico y Ana algo angustiados, cargados con maletas y sudando.
Nos explicaron la situación, al parecer, cuando Nico se enteró de que nos quedamos atrás empezó a mirar los horarios de los autobuses, pero no había ninguno así que decidió venir haciendo autoestop. Ana, en cambio, al ver que Nico se había ido decidió irse con él.
Terminamos de merendar entre risas cuando Nico me separó de los demás y empezó a hacerme una especie de interrogatorio.
-¿Estás bien?.
-Claro, me lo he pasado genial, había perros, gatos, ardillas... y teníamos pensado ir mañana en un autobús.
-Y ¿por qué el engreído no ha llamado a su papi y os ha llevado?
-Porque sus padres no están ¿recuerdas?. Además, no le digas engreído.
-Pero lo podía haber llamado y que alguien se encargara de llevaros.
-Yo no querría...
-¡Ah! claro... Lo siento... Te he estropeado tu día de princesita...
-¿Princesita? Nico ¿qué te pasa?.
-¿Qué me pasa? él está enamorado de ti, enserio, ¿piensas que podría estar tranquilo si te dejara a solas con él?
-No te debería de importar.
-Clara... Yo... Yo...
-¿Tú? ¡¿Tú, qué?!.-Le interrumpí algo irritada.
-Yo... Yo ¡te quiero! pero a mis sentimientos no les das importancia, sólo te importan las riquezas de ese chaval ignorante, que nunca se ha visto envuelto en un problema. Siempre respaldado por sus padres...
-¿Piensas eso de mí?.
Parecía que iba a disculparse, pero lo único que hizo fue agachar la cabeza y dejar que me fuera. Pronto llegué al baño donde había dejado mi ropa, me vestí y como una ráfaga pasé por la sala donde estaban ellos y les dije que iba a la calle a despejarme.
Había pasado más de una hora, cuando quise darme cuenta, estaba en un barrio desconocido, cuanto había crecido el pueblecito, lo peor es que no tenía buena pinta, lo único bueno es que aún era de día. Escuché como si alguien me siguiera, pensando que era Nico, me dí la vuelta sin más pero no era él, era un adulto con una navaja en mano. Sólo se me ocurrió correr, porque precisamente no parecía que quisiera ayudarme. Por mucho que corriera, él corría más que yo, hasta que llegamos a un callejón. Por mi mente sólo pasaba la conversación que tuve con Nico, sus sonrisas, sus besos... No paraba de pensar en los demás, en lo que odio la soledad, en el miedo que tenía. El desconocido no paraba de arrinconarme y apuntarme con su navaja. Se me aflojaron las piernas así que caí al suelo y él lo aprovechó para intentar violarme. Comenzó a desabrocharme la blusa que llevaba, la poca fuerza y valentía que me quedaba la utilicé para forcejear en vano, ya que acabé con algunos arañazos. Pronto él acabaría en el suelo de un fuerte golpe, miré a los causantes, eran Rafa y Nico. Sin pensarlo dos veces me tiré a los brazos de Nico, Rafa quedó atónito. Yo no paraba de llorar y Nico me abrazó tierna, a la vez que fuertemente. Llegamos a la casa de Rafa y me explicaron que poco después de que yo me fuera ellos me siguieron, pero se perdieron, al escuchar los gritos me encontraron de nuevo.
***
Cenamos, aunque con pocas ganas después de aquello. Después no me podía quitar de encima a Nico.
-¿Estás más tranquila?.
-Sí Nico, no te preocupes, estoy bien.-Le dije mostrando una ligera sonrisa.
-Y ¿los arañazos?.
-Son sólo eso, arañazos, no te preocupes.
Se quedó unos segundos mirándome en silencio y se abalanzó en un intento de besarme pero se paró en seco. Quizás la circunstancia, quizás seguía enfadado conmigo.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Décimo octavo capítulo. Perdí cuando gané.

Aún no lo podía creer, era mi tío. Mientras yo miraba al infinito intentando entender lo que pasaba, él se abalanzó sobre mi abuela, los dos lloraban de alegría. Cuando reaccioné, vi como ella le preguntaba entre lágrimas el por qué de la huida de su vida.
Lucas, intentaba esconder las lágrimas, pero cada vez que intentaba articular palabra las lágrimas salían solas. Entramos a casa, Ana nos miraba con cara de preocupación, ella no sabía lo que ocurría. Yo reaccioné rápidamente y la llevé a mi cuarto. Ella no paraba de negarse y de insistir en que quería estar con su padre, pero conseguí encerrarle en mi cuarto para explicarle lo poco que sabía.
-Pero, Clara ¿Por qué lloran?.
-Bueno Ana...
-Dímelo sin andar por las ramas.-Insistía ella estresada dándole vueltas a la cama.
-¡Tranquila! No es nada malo... Supongo...
Ella se paró enfrente mía y cogió mis frías manos. Entre pequeños sollozos continuó.
-Por favor, dímelo, nunca he visto llorar a mi padre, estoy destrozada...
-Bueno... Parece que... -Empecé a decir dubitativa, no sabía como reaccionaría Ana. -...Tu padre, es el hermano desaparecido de mi madre.
Ana se quedo paralizada, ya no lloraba, ni estaba nerviosa, simplemente se quedó mirando al suelo. Segundos después me miraba fijamente a los ojos, y donde había habido lágrimas ahora se encontraba una gran sonrisa.
-¡Clara, somos primas!.
No había caído en ello, pero ahora que lo pensaba, tenía toda la razón del mundo. Perdí tres componentes muy importantes en mi vida, pero gané muchos más.
Salimos corriendo del cuarto cogidas de la mano, lo más fuerte que pudimos y bajamos al salón. Allí estaban el padre de Ana y la abuela sentados en un sofá, la abuela no paraba de darle besos y abrazos, estaba realmente encantada de que él estuviera allí. Todos los demás los miraban con mirada cariñosa, menos Mimi y Nico, que no paraban de mirarme con cara de preocupación. No le di mucha importancia y me senté con Ana en otro sofá aún seguíamos cogidas de las manos.
-Lucas, dime el por qué de que te fueras de esta casa.-Dijo la abuela en un primer intento de dejar de abrazarlo y besar sus mejillas.
-Bueno, es que... -Comenzó a decir algo más serio Lucas. - Recuerdas que papá, era muy estricto, y bueno, tuve que irme porque dejé embarazada a Pilar. Pero no te asustes, ella es mi actual pareja, esposa y madre de mi única y más preciada hija, Ana.
-Pero hombre, no te tenías que haber ido, tu padre lo comprendería tarde o temprano...
-No podría haberle mirado a los ojos... En cambio, de esto me arrepentí cuando él... murió... Me enteré de pura casualidad, por que lo comentaban aquí, en el pueblo, el día que decidí visitaros, pero me dí cuenta de que ya era tarde y no me atreví a venir. Hasta hoy, cuando me han traído aquí, se me ha puesto el bello de punta, no esperaba que Rafa viviera aquí.
Al levantar la mirada, vio como muchas personas de las que, hasta ese momento no se había percatado, lo miraban atentamente. En ese momento cruzamos nuestras miradas y en un suave susurro pronunció el nombre de mi madre. Todos quedaron sorprendidos, pero supongo que la que más, yo.
Mi abuela le contó que yo era su sobrina. Él sin pensarlo se levantó y me abrazó, ese abrazo me recordó a los abrazos de mi padre, me recodó a la noche en la que mi abuelo murió.
De repente la vista se me nubló, sólo comencé a ver oscuridad. Al despertar estaba en la sala de un hospital, todos rodeaban la cama en la que me encontraba. Creo que me desmallé.
Cuando todos comprobaron que estaba bien, Mimi y Nico se quedaron conmigo. Y los demás volvieron a casa para descansar.
-Clara, tenemos que decirte algo, no te desmayaste sin razón. -Comenzó a decir Miriam seriamente.-Estamos más unidos contigo de lo que piensas, cada vez que piensas en tus padres lo sabemos.
Los dos hermanos se miraron, no sabían que hacer, hasta que Nico comenzó a hablar.
-Bueno, yo me encargo de que no estés triste por la pérdida de tus padres, ya que a ellos no les pertenecía morir en aquel momento. Después de este error, supieron que el destino nos uniría en cualquier momento, así que decidieron que yo cuidara de ti. Yo, por mi parte, se lo conté a mi hermana, y sin querer ella se convirtió en un ser como el que yo soy. Para castigarme por contarlo, quizás el destino nos separe, así que ahora depende de nosotros.
-Pero... ¿Qué ser eres tú?.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Décimo séptimo capítulo. Cartas mal jugadas.

Hoy por fin vuelven Rafa y Ana, los quiero ya aquí. Nos llamaron en muchas ocasiones, siempre eran vídeo llamadas, eran muy adorables, casi siempre con la nariz roja. Lo malo era ver el Big Ben, cuántas veces pasarían por allí mis padres, me habría gustado visitarlo con ellos.
***
Llamaron a la puerta y estaba sola en casa, en mi columpio. Mi abuela y mi prima se fueron a comprar dulces para recibir a Ana y Rafa, y Nico... No sé donde estaba.
Al abrir la puerta, un grito de alegría se escuchó, era Ana, vestida con un corto vestido rojo y un adorno en el cabello del mismo color. Me abrazó hasta casi dejarme sin aire.
-¡Clara! Te eché de menos...
-Y yo a ti, Ana... -Dije sonriendo. ¡Qué energía tiene esta chica siempre!.
Ella, me devolvió la sonrisa y me cogió de la mano, llevándome a mi cuarto. Mientras unas personas trajeadas entraban las maletas.
Al llegar me empujó a la cama y me enseñó un vestido que traía de un color blanco, era como el suyo, incluso sacó de la misma bolsa el mismo adorno que ella llevaba.
-Clara, pruébatelo, espero que te esté bien...
Asentí atónita, me había traído un regalo y no se veía para nada barato.
Después de un rato salí de mi cuarto, ella me esperaba sentada en las escaleras que llevan al desván. De repente, se levantó y se dirigió a mi espalda para quitarme la etiqueta. Continuó cogiéndome de la mano y en las escaleras miramos a los que nos miraban desde el pié de dichas. Allí estaban todos, desde Rafa a Miriam. Los seis con los ojos clavados en nosotras, podía notar como me sonrojaba, en cambio, Ana estaba totalmente encantada con aquello. Ella bajó las escaleras, yo me quedé congelada en mitad de ellas. Todos se fueron a la cocina pero Nico y Rafa aún no se movieron, así que decidí bajar. Rafa me paró con un abrazo, cuando me dirigía con los demás, y me susurró que parecía un ángel, que ahora le gustaba más que antes.
Mi alma calló al suelo, al parecer como la de Nico, que se fue a la cocina sin mirarnos. Creo que ya me estoy dando cuenta de lo que verdaderamente siento.

***

Después de cenar fui con Ana al jardín, ella cogió una silla, yo, prefería mi viejo columpio.
Allí me contó su viaje pero de repente me quiso confesar algo.
-Clara, ¿A ti te gusta Nico?.
-No, ¿Por qué lo dices?.-Pregunté asustada.
-Bueno, es que me gustaría que me ayudaras, porque...-Temía que terminara la frase.- A mí, sí me gusta.-Aquí mis miedos se hicieron ciertos, pero tontamente acepté.
-Yo, te puedo ayudar con Rafa si quieres.- Continuó.
-No... Es que a mí no me gusta.- Mi mala suerte continuaba, ya que Rafa entró en ese momento y lo escuchó.
Gracias a Dios, llamaron al timbre y yo salí corriendo ya que lo vi como una oportunidad de huir. Al llegar a la puerta, Cristian ya había abierto.
-Clara, es el padre de Ana.
Me asomé a la puerta, sentía curiosidad. Y allí estaba, un hombre trajeado, con una oscura limusina a su espalda, pero su cara me sonaba. Lo había visto en algún lugar, pronto todas mis dudas serían resueltas, sólo unos segundos después.
-¡Lucas, hijo mío!.
Era mi abuela, a mi lado, llorando, al parecer, era mi tío, mi tío desaparecido.

jueves, 18 de octubre de 2012

Décimo sexto capítulo. Londres.

Nico me miraba con ternura y cansancio, sin hacer mucho ruido, salimos de la habitación, eran sólo las 6 de la mañana. Mi abuela, salía del baño y nos vio salir de mi cuarto de la mano y no tuvo otra ocurrencia que reñirnos a gritos. Todos salieron a ver qué pasaba, a ver aquél alboroto.
-Pero ¿no veis que sois muy jóvenes?. Aún tenéis muchos años por delante, a demás, Clara, ¡delante de tu propia prima! ella es muy pequeña, no entiende de esas cosas... - Yo no tuve más remedio que interrumpirle ante los ojos de todos.
-Abuela, tranquila, sí, Nico pasó la noche en mi cuarto, pero fuera de mi cama, ni siquiera sabía que estaba allí. Lo he visto al despertar.
-Lo siento, pero es que Clara me dejó preocupado por el golpe en la cabeza, fue por mi culpa, así que fui a ver como estaba y me quedé dormido en una silla. A demás yo nunca podría hacer... Eso así. -Añadió Nico.
Mi abuela se quedó unos momentos en silencio y sólo dijo:
-De acuerdo, me voy a la cama.- Y se fue, después de lo que lió, se fue tan alegremente a su cuarto. En cambio, Ana y Rafa nos miraban con una cara un tanto rara, por parte siento que los defraudé. Pero por otra parte siento que la que ya no se engaña soy yo.
Miré de nuevo a Nico, estaba completamente rojo, supongo que sería por lo que acababa de decir, y por que quizás esté resfriado.
Bajamos a desayunar, total, ya estábamos más que despiertos. Él insistió en hacer el desayuno, pero yo le obligué a que se sentara en el sofá y viera un rato la tele. Me sentía mal, él me ayudaba en muchas ocasiones y yo, en casi ninguna. Pero una cosa tenía clara, tenía que explicarle que tengo un espacio personal, que no puede estar todas las noches metido en mi cuarto.
Estaba terminando de hacer el desayuno, y sentía en mi espalda, esa sensación de que alguien te mira. Paré a escuchar y no escuché la tele así que me asomé a la puerta y vi al causante de esa sensación. Nico me miraba, casi sin parpadear. Yo sólo veía una pequeña carita de mofletes sonrojados y pelo despeinado. Volví a la cocina sonriendo por lo ocurrido, y en ese momento recordé, recordé lo que habíamos hablado Ana y yo la noche anterior. Rafa estaba celoso de Nico, y yo no tengo otra cosa que hacer que salir de mi cuarto a las 6 de la mañana cogida de la mano de éste, me sentía mal por Rafa.
Le dejé el desayuno en la mesa y estaba subiendo las escaleras cuando Nico por fin habló.
-Clara, ¿qué te ocurre?.
Yo no supe que contestar así que sólo pude mentirle.
-Nada, sólo estoy cansada, voy a mi cuarto.
Nico no añadió nada más, yo esperaba algo como "¿Quieres que te acompañe?" o alguna de sus tantas picardias. Pero, no, al parecer, realmente me había pasado con los dos.
Al llegar a mi cuarto, Ana me miraba sentada en el borde de la cama, enfadada.
-Clara, te dije que no le hicieras mal a Rafa y me sales con esto.
-Ana, tú has estado toda la noche conmigo, no he hecho nada.
-Pero, ¿qué has hecho ahora ahí abajo?.
-Pues prepararle el desayuno. Ha estado toda la noche pasando frío y le debía una.
-¿Ese es el famoso Nico?.
-Pues sí.
-Shh hay gente que quiere dormir.- Dijo una pequeña voz desde el colchón del suelo.
Ana y yo empezamos a reír en bajito, habíamos despertado a María, la que no se había despertado en todo el rato.
-¿Es tu novio?.- Continuó Ana.
-¡No!.
-¿Te gusta?.
-Claro que no, siempre anda diciendo barbaridades.
Ana comenzó a reír con una sonrisa algo triste o decepcionada y se tumbó, al poco ya estaba dormida.
Yo subí al desván, de nuevo habían aparecido todas las cosas de mis padres que guardaba allí, mientras las miraba detenidamente empecé a escuchar la voz de Rafa.
-Clara, quería hablar contigo.-Yo lo interrumpí disculpándome.
-Pero, ¿por qué te disculpas?.
-Porque llevamos mucho sin hablar, por que eres mi mejor amigo y apenas sé de ti.-Mentí, me disculpaba por todo el daño que le estaba haciendo.
Él me sonrió con una sonrisa triste, apagada... Pero con algo de esperanza.
-Clara, me gustaría contártelo todo, pero es que hoy me voy de viaje, no sé si Ana te habrá dicho, pero como es amiga mía porque sus padres son amigos de los míos nos vamos una semana, quería que lo supieses.
Ana se iba a ir con Rafa, sé que son sólo amigos, pero y si no son sólo amigos, y si se enamoran. En una semana Rafa se podía enamorar de Ana, se veía buena chica y era muy guapa.
Eran casi las 8 y media, Rafa volvió a subir al desván, yo aún estaba dándole vueltas cuando él me abrazó por detrás y me besó la mejilla. Lo miré de arriba a abajo, estaba realmente guapo.
-A las 9 pasarán a por mí y aún me tengo que despedir de los demás, Ana te estaba buscando para despedirse, yo sólo te quiero decir algo más: te echaré de menos.
Le sonreí y besé su mejilla por última vez. Bajamos y ya estaban todos despiertos desayunando. Ana se lanzó sobre mí.
-Ahora que nos hicimos amigas me voy de viaje, irónico ¿cierto?.-Irónico es que yo ahora sienta algo por Rafa.
-Por cierto, ¿dónde vais?.
-Vamos a Londres.-No me gustaba esa ciudad.